Fuente: El Nuevo Día
Viajamos a una de las universidades de música popular más importantes en el mundo, donde dicen que los puertorriqueños “matan la liga”
Boston – “¡A fuego!”, se escucha a gritos en un pasillo del prestigioso Berklee College of Music, una de las universidades de música popular más importantes en el mundo. “¡Brutal, mano!”, otra voz exclama y retumba doble por el eco. Segundos después, una nueva señal de admiración: “¡Qué cosa más cabro#@!”.
Tres músicos de Puerto Rico se han reencontrado con su “lelolai” en una aula del edificio Genko Uchida del campus, donde aprecian el talento de la única mujer del grupo. Han pasado cinco años desde que Fabiola Méndez Quiñones se convirtió en la primera persona graduada del colegio con el cuatro puertorriqueño como instrumento principal.
Quien está de visita y no es boricua, no entiende ni se imagina lo que está pasando. Pero en Berklee, los boricuas ya no necesitan presentación. Tienen fama de que “matan la liga”, coinciden muchos de sus compañeros de clases.
En la última década, 303 puertorriqueños se han graduado de Berklee desde el 2012 hasta el 2022, mientras 81 han participado de su programa de verano, según datos de la universidad. En ese grupo sobresalen figuras como el saxofonista Miguel Zenón y el baterista Henry Cole. Fabiola abrió la puerta para que cuatro intérpretes del cuatro completaran grados académicos.
“Puerto Rico está lleno de talentos. No necesariamente está el apoyo financiero dentro de las instituciones artísticas, pero, aun así, mira la cantidad de artistas que salen. Imagínate si hubiera un enfoque social y político hacia las artes, que se les diera toda la importancia en las escuelas y estuvieran accesibles para todos los estudiantes. ¡Nosotros nos quedaríamos con el mundo!”, señaló esperanzada.
Cerca de su clavícula, Fabiola tiene tatuada “La india dormida”, esa imagen montañosa que se aprecia desde el expreso #52 en Caguas, donde nació y tuvo su crianza. Lo describe como un amuleto de suerte y nostalgia desde que vive en la ciudad de Boston, donde logró completar un bachillerato en educación musical y composición de jazz utilizando un instrumento autóctono.
Toca el cuatro desde los 6 años y ahora que tiene 27, aunque radicada en la capital de Massachusetts, se la pasa viajando por el mundo con su música. Mientras celebra incrédula que ya se ha presentado en quince países de Europa y Latinoamérica, la artista se prepara para ofrecer una gira en 20 ciudades de Estados Unidos.
“He tenido muchas oportunidades con mi proyecto musical, como compositora, cantante y cuatrista. Sigo radicada en Boston, pero siempre con un pie en Puerto Rico. Es como un sueño que, a veces, yo misma no me doy cuenta de lo grande que fue venir con un instrumento tan nuestro. Sigue siendo una gran responsabilidad. Porque no solo es la parte de representar dignamente nuestra cultura, pero también educar a las personas que están acá que no conocen nuestra música”, manifestó.
Cuando alguien que solo habla inglés le pregunta qué es el cuatro, Fabiola mete un poco el hombro, levanta la mirada y no esconde ni un diente por tan grande sonrisa. “Se llama cuatro porque, originalmente, tenía cuatro cuerdas, pero se fue estableciendo el cuatro moderno, que entonces tiene cinco cuerdas dobles y una forma medio aviolinada”, explicó al reconocer que “es importante conocer esa historia, especialmente cuando tengo público que no es boricua”.
Fabiola abrió la puerta para que cuatro intérpretes del cuatro completaran grados académicos. (Ramon “Tonito” Zayas)
Tras completar estudios en Berklee, la instrumentista trabajó por dos años como maestra en el sistema público de enseñanza de Boston. Sin embargo, relató que la pandemia de COVID-19 le puso oportunidades en escenarios inesperados en la séptima ciudad con más puertorriqueños en Estados Unidos, según datos de la Encuesta de la Comunidad del Censo federal.
“Acá, rodeada de americanos, cuando tú tienes algo diferente, en mi caso es el cuatro, de momento, uno se siente más apreciado que en Puerto Rico. Porque es algo que no conocen, se les hace nuevo y único. Es una de las cosas que me ha hecho quedarme, porque siento ese deseo que tienen de ver mi crecimiento y de apreciar nuestra música. Pero siempre mantengo un pie en Puerto Rico porque ahí reside mi corazón y tengo este deseo de apoyar a los artistas puertorriqueños y a los jóvenes que van subiendo. En la isla, levantas una piedra y salen un montón de músicos brutales”, expuso.
Aseguró que ha reclamado y defendido su arte desafiando, día a día, los estereotipos de la industria. “He sentido más machismo que racismo porque no es secreto que hay perspectivas muy misóginas en la música. Soy una mujer fuerte; trabajo bien duro para alcanzar mis metas. Vengo aquí y no dejo que me la monten. No soy confrontativa, pero vengo a hacer mi trabajo. Si no me dan una silla, yo creo mi propia mesa. Te miran, como diciendo ‘¿y esta chamaquita?’, hasta que me escuchan tocar. Ahí me respetan”, denunció.
Millonaria apuesta al talento boricua
Por tres décadas, la ventana de esta institución académica ha estado accesible gracias a “Berklee en Puerto Rico”, un programa anual que, mediante audiciones, selecciona y expone a jóvenes boricuas al método de la institución académica.
En los últimos 28 años, al menos 4,500 estudiantes han asistido a este programa desde su inicio en 1995 hasta el 2023, informó Berklee a través de Make Music Happen, fundación que organiza el programa en la isla y fue establecida por el egresado puertorriqueño Luis Álvarez.
David Antonio Rosado Ortiz, músico estudiante de la Universidad de Berklee. (Ramon “Tonito” Zayas)
“La música es una industria global. Para poder participar y maximizar tu talento, tienes que estar conectado mundialmente con lo que está ocurriendo en la música. Un sitio ideal para eso es Berklee, donde el talento puertorriqueño ha dejado una gran huella. Siguen buscando en la isla. Les pregunté una vez qué sacan de esto. La respuesta es que conocemos la música americana, pero los boricuas llevan la riqueza de su ritmo”, detalló Álvarez, quien se graduó de arreglo y composición musical en 1983.
“Berklee en Puerto Rico” indicó que ha otorgado $15.7 millones en becas para que casi 200 jóvenes estudien en la institución en Boston, desde la creación del programa hasta el 2023.
Uno de los más becados activos es el percusionista David Antonio Rosado Ortiz, quien espera graduarse este año de arreglo y composición. Natural del pueblo de Toa Alta, el joven se benefició de los ofrecimientos de “Berklee en Puerto Rico” durante cuatro años, hasta que tuvo suficiente edad y recibió una beca completa para un bachillerato.
“El talento boricua es increíble. Somos una islita bien pequeña, pero el talento, por alguna razón, nos sobra. Siempre que un boricua viene para acá, llega muy preparado de la isla y viene pa’ acá a quemar la liga. No sé por qué, pero tenemos eso en las venas. Nuestro talento es muy único y creo que, por lo auténtico que es y por lo natural que nos sale, por eso conectamos con el mundo entero. El corazón boricua palpita en Berklee”, testificó el músico de 21 años que toca la conga, el bongó y los timbales.
El maestro de maestros
Tanto Fabiola como David pasaron por el salón de clases de Eguie Castrillo, el profesor puertorriqueño con más tiempo en Berklee. Por 24 años, desde el 1999, ha estado destacado en la enseñanza de percusión afrocaribeña en la institución.
“Berklee siempre ha tenido una influencia muy grande de estudiantes puertorriqueños; ahora, más que nunca. Miles de boricuas han pasado por esta institución. Montones han sido músicos extremadamente famosos. Siempre dejamos un toque en todos la’os, como el arroz y las habichuelas. Puedo decir, con mucha seguridad, que el estudiante de Puerto Rico que estudia en nuestra institución llega con un nivel de educación musical alto que, básicamente, vienen a quemar la liga. Berklee sabe eso”, destacó el veterano percusionista.
Del barrio Cupey en San Juan, Eguie relató que se enamoró de la música a los 7 años cuando “un tipo llamado Santa Claus” le regaló timbales de juguete. “Mi mamá me decía que yo empezaba a sobar las congas en las bodas”, rememoró. Los instrumentos reales llegaron siete años más tarde a su hogar y pasó su adolescencia formándose en la Escuela Libre de Música Ernesto Ramos Antonini.
De la capital de Puerto Rico terminó viajando el planeta. “Le di la vuelta al mundo cuatro veces con (el trompetista y multinstrumentista cubano) Arturo Sandoval”, proclamó. Compartió escenarios con legendarias figuras como Tito Puente, Rubén Blades, Donna Summer y Celia Cruz. Hasta tocó los timbales para Jennifer López cuando la cantante presentó su concierto “Let’s Get Loud” en el Coliseo Roberto Clemente durante el 2001.
Eguie Castrillo da clases de percusión afrocaribeña en la prestigiosa universidad de música desde el 1999. (Ramon “Tonito” Zayas)
Nunca estudió en Berklee, pero desde que fue reclutado mientras participaba de una conferencia, se ha convertido en una figura icónica dentro de la universidad.
“Conocer y enseñar a jóvenes de todas partes del planeta es una satisfacción fascinante. Estudiantes han venido de sus países, como Italia y Japón, para estudiar específicamente conmigo. La música es un puente universal entre naciones. Es una conexión entre pueblos. Aunque no entiendas lo que dicen, se mueve por los pies y te mueve el corazón”, consideró quien, además, toca el chequeré, la conga y el bongó.
No es una simple metáfora, opinó, cuando dice que todo empieza por el cuerpo. “El corazón es percusión. En clases, lo básico mío –con lo que empiezo– es la bomba y la plena. No es solo sentarlos en un tambor y empezar a hacer ruido. La percusión es historia y tradición. Es bien loco porque yo veo los instrumentos y empiezo a salivar. Es algo increíble que siento adentro, en el estómago”, confesó.
Es la misma emoción que movió a Eguie a reencontrarse con Fabiola y David en un salón de Berklee durante una tarde de verano. Ella agarró su cuatro frente a un cuadro de Tito Puente mientras ellos, sentados frente a frente con tres congas, tronaron nudillos y, palmas listas para la acción, conectaron miradas. Nadie cantó, pero no hizo falta para entender la magia de aquel momento.
“¡Qué bonita bandera es la bandera de Puerto Rico!”, improvisaron musicalmente. En ese momento, ni el orgullo patrio ni la música necesitaron palabras.
Edición: Angelina Medina Quiroga
Sección Original de Herencia Rumbera Radio
Lima – Perú
Agosto 2023