Biográfico

Muchos años han pasado desde aquel 1966, cuando un pequeño representante de la cultura garífuna de apenas 11 años surcaba los cielos hondureños para reunirse con sus padres en El Bronx: uno de los cincos distritos de New York. Por aquella época, ya se cocinaba a fuego lento la sonoridad salsosa en ese gran laboratorio musical en el que se convirtió La Babel De Hierro y en el que Mario García participaría, al cabo de algunos años, como uno de sus grandes aportantes.

Mario Genaro García Arzú nació y se crio en el Barrio Cristales de la colonial ciudad de Trujillo, en el Municipio de Colón, arrullado por el Mar Caribe. Cuando aún era pequeño, sus padres emprendieron el viaje al gran país del norte, por lo que el pequeño Mario quedó al cuidado de su abuela. Para ese entonces, ya sus inclinaciones musicales se hacían notorias en tanto su padre era músico (contrabajista) y lideraba su propia agrupación en su Honduras natal. La inquietud e innata imaginación del pequeño Mario que ya soñaba con ser músico, lo llevó a fabricarse sus propios instrumentos de percusión. Para materializar su propósito, acudía a los camales o mataderos de ganado vacuno, donde conseguía las vejigas de las reses que luego tensaba en recipientes (tarros) de leche, para seguidamente arrancarles mágicos sonidos que su creatividad inspiraba.

Interrumpida su estancia en su país de origen y ya reunido con sus progenitores, la nueva vida del pequeño Mario se vio nuevamente invadida de musicalidad. Su padre, se había insertado en la movida musical neoyorkina, que en esos momentos estaba copada por el ritmo de moda: el boogaloo. Por este motivo, la casa de don Crispín García (su padre) estaba llena de instrumentos y cuando tenía que ensayar, el pequeño Mario estaba siempre presente, por lo que poco a poco, de manera natural, fue introducido -de manera natural- a ese nuevo ambiente musical. Agregamos que, tomando las cosas como corresponden: muy en serio, el pequeño Mario fue matriculado por su señor padre en una escuela local, para que aprendiese a tocar saxofón (alto y tenor) y también flauta, por un espacio de tres años. Los cueros y el sonido que sus pequeñas manos solían reproducir, sin embargo, habían hecho ya su trabajo en el futuro percusionista.

Carrera Musical

Como todo en la vida tiene un inicio formal, la carrera musical de Mario García se remonta al año 1969 cuando aún con catorce años es invitado por Santos Batiz, saxofonista hondureño (Santa Fe) afincado en New York para ser parte de su agrupación, la misma que incluía en su repertorio temas popularizados por Benny Moré, Orlando Contreras y Rolando la Serie, entre otros. Batiz, pariente lejano de la familia, recogía al “chiwin” (menor de edad) Mario para los ensayos y/o presentaciones, y lo llevaba -igualmente- de regreso a casa. Algunos meses después, Alberto García trombonista de la agrupación de Batiz formaría una agrupación de jóvenes y talentosos músicos, en la que Mario García participaría por breve espacio de tiempo. Otras agrupaciones, rápidamente se fijarían en el potencial de la joven formación musical y poco a poco fueron reclutando a sus miembros. Para el caso especial de Mario García, este se iría junto a los hermanos Quezada: Milly, Jocelyn Y Los Vecinos, pero por poco tiempo ya que el desaparecido pianista y director de orquesta dominicano Primitivo Santos lo recluta para su big band. Con Primitivo Santos realizó diversas giras a países como Honduras, República Dominicana, Puerto Rico, entre otros. Con relación a su participación en formaciones musicales y el popular ritmo dominicano que solía tocar (el merengue), se le reconoce a Mario García como la persona que introdujo los tambores batá y su peculiar estilo de tocarlos en este ritmo.

 

Ya siendo parte de la escena musical neoyorkina, Mario García empezó a alternar con cantantes y agrupaciones de renombre del firmamento salsoso. Una de estas organizaciones fue La Típica 73 donde conocería a José Alberto “El Canario”, quien para ese entonces era parte del tren vocal de esa agrupación. Con el cantante dominicano se vincularía posteriormente en su etapa de solista. Paralelamente tocaría junto al desaparecido maestro Louie Ramírez, con la Orquesta de Rafael de Jesús y con Ángelo Vaillant y su Conjunto Modelo.

Para aquellos años, sin embargo, ya convertido en jefe de familia Mario García debió tomar una de las decisiones más complicadas de su vida: dejar la música y dedicarse a tiempo completo a su profesión de electricista industrial para la que se había preparado. Desde aquel retiro voluntario debieron pasar largos 22 años para su regreso, y para además y especialmente cumplir con una tarea pendiente.

El regreso

Nos ubicamos ahora en los primeros años del presente siglo. Habiéndose jubilado de su profesión (electricista industrial), el reinsertarse en el ambiente musical no fue cosa difícil para Mario García, toda vez que muchos colegas músicos con los que había trajinado seguían en la escena. A pesar de ello, Mario García de manera responsable tomó unos talleres para ponerse al día con las “nuevas” técnicas y estilos de tocar instrumentos de percusión. George Delgado y Carlos “Patato” Valdés, serían los maestros encargados de “actualizarlo” para su vuelta a los menesteres de la percusión.

Nuevamente Mario García aparecería alternando y grabando producciones junto la agrupación Avenida B, el pianista Ray Concepción, en sus dos formaciones musicales: “La Bronxeña” (orquesta) y “Café Con Leche” (combo), el percusionista Luis Mangual y el tresero Junior Rivera & Yabukoa. A este último lo conocía desde el tiempo que alternó en el Conjunto Modelo, pero a través de él conoce al pianista Alberto Capó, y con él se embarcan en materializar su sueño de adolescente.

Proyecto musical

Cuando Mario García tenía 14 años presenció en New York una especie de festival, en el que se presentó un grupo tradicional hondureño. Como se ha mencionado anteriormente la familia de Mario García tiene raíces garífunas por lo que al igual que muchos otros hogares de la misma procedencia, pero residentes en La Gran Manzana, establecieron que el idioma principal a utilizar sería el garífuna, luego el inglés y después el español (podía ser también garífuna, español y finalmente, inglés). Además, del deber de honrar a su cultura y costumbres: entre ellas la expresión musical y también la danza.

El espectáculo que presenciara el pequeño Mario marcó su vida para siempre, pero -además- en ese mismo momento se prometió realizar, un día no muy lejano, un homenaje a sus raíces, porque como bien reza el dicho: “Sin raíz no hay palo”. Esta idea concebida en su adolescencia toma cuerpo cuando Mario García se relaciona con el maestro pianista Alberto Capó. Con él viajan a Honduras para realizar una necesaria y urgente asignación: investigar sobre la música garífuna y ver actuar de cerca a los cultores de los ritmos y danzas afrocaribeñas, entre las que destacan las de procedencia garífuna, que son en realidad una mezcla de la cultura africana y arahuaca. Por cierto, Honduras cuenta con más de un centenar de danzas, entre las que abundan las de origen indígena y mestiza, así como las afrocaribeñas. De la investigación realizada, se ha decidido centrar la labor y entrega musical, para esta primera ocasión, en una fusión que Mario García ha llamado “Gunchesal”: la unión del Gunchey con matices afrocubanos que generalmente conocemos como “Salsa”.

Sobre el Gunchey, se sabe que es una danza proveniente de la cultura francesa y que los pobladores de San Vicente y Las Granadinas, de quienes descienden los Garífunas, adaptaron y adoptaron como propia, y que podría estar en vías de extinción. Su estructura musical descansa en los tambores: el tambor segunda y tercera (de sonidos más graves y encargados de sostener la base rítmica) sobre cuya frase improvisa el tambor primero y el requinto (de sonidos más agudos) y el atractivo de las voces que lo interpretan: opcionalmente se pueden también utilizar las maracas. Es necesario subrayar que el Maestro García no pretende agregar elementos “extraños” a los ritmos y danzas representativas de su natal Honduras y especialmente a los de su cultura garífuna, menos entonces distorsionar lo que a éstos los definen, distinguen y caracterizan. Lo que realiza y propone es, por el contrario, honrarlos desde su perspectiva de músico que creció acunado -de alguna manera- por las sonoridades de sus ancestros y lo que recogió del crisol musical en la ciudad de los rascacielos que lo recibió, y acoge todavía, desde hace más de medio siglo.

Es así como nace “Hagon Mamanitu” (“Dónde Está Mi Madre, Hermana”) su primer corte musical en promoción de esta singular fusión entre ritmos garífunas (afrocaribeños) y los afrocubanos, interpretados en su dialecto madre: el garífuna, que narra -en este caso- una historia de la vida real. Su autor, don Luis Bernardo David Martínez, cuenta en primera persona la historia de un hombre que encarga a la hermana, el cuidado de su madre, para poder emigrar en busca de mejoras económicas para la familia. La hermana, lejos de cumplir con el encargo envía a la madre a una casa hogar y emprende también el viaje. El hombre regresa después de un tiempo y no encuentra a su madre; la hermana también lo hace, pero sin haber tenido el éxito que su hermano alcanzó.

 

Don Luis David (el autor, de 68 años) es natural de Río Esteban, municipio del Departamento de Colón en Honduras. Como descendiente de la cultura garífuna y proveniente de un hogar musical: el padre tocaba los tambores y la madre danzaba y cantaba; ha mantenido la tradición: en su caso la de componer (posee más de 60 canciones) sin transcribir (no escribe las letras, solo las guarda en su memoria) y que entonces luego, igualmente como parte de la tradición, son interpretadas sin que medie arreglo alguno que se haya escrito con este fin. Mario García conoció a don Luis David hace aproximadamente cuatro años y para aquel entonces le propuso llevar al pentagrama, algunas de sus composiciones. Manteniendo la tradición, no se ha considerado arreglo alguno para el tema, se canta en garífuna y participan músicos y cantantes, en su mayoría, de ascendencia garífuna y residentes en New York.

Créditos

Autor: Luis Bernardo David Martínez

Tumbadoras: Mario García

Cantante, Coro & Maracas: Félix Gamboa

Piano: Kelvin Martínez

Bajo: Alvin Céspedes

Coro: Benigno “Junior” Guerrero & Yesenia Ventura Flores

Bongó: Luis Montañez

Primer Tambor: Yojani Dolmo

Segundo Tambor: Pablo García

Tambores Batá: Chembo Corniel

Violines: Eddie Venegas

Flauta: Itai Kriss

Guitarra: Raulito Chávez

Dirección Musical: Juan Capó

Grabación: SK Quinn

Mezcla & Masterización: Junior Guerrero

Hagon Mamanitu – Mario García

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Estados Unidos

Escrito: Ygor Deyko Ruiz Sánchez

Edición: Angelina Medina Quiroga

Sección Original de Herencia Rumbera Radio

Lima – Perú

Marzo 2022