(Malos Caminos: el lado este y oeste del Sonido Trigueño)

The Boogaloo Files, Vol. 7: Ensayo por Tommy Muriel para Hablando En Clave. ®

Intro.

 

«You have to change your evil ways, baby.» Tienes que cambiar tus malos caminos, mi amor.

Con esas primeras líneas del otrora manifiesto machista escrito en 1967 (y cuya trama lo es el lamento del típico macho siete suelas que llega a la casa y encuentra las luces apagadas, los trastes fríos y sin usar y su pareja ausente porque se fue de juerga con sepa Dios quién), el guitarrista Clarence “Sonny” Henry casi sin pensarlo creó una revolución musical. El entonces miembro de la banda del legendario Willie Bobo – para quien escribió y quien primero grabó este clásico – dio con la formula exacta para llevar el boogaloo a su definición final mezclando el rock-and-roll y la esencia guajira en partes iguales. Ya no se trataba de latinos rehaciendo el rock con instrumentación afrocubana – como fue el caso de la gran mayoría de los actos de boogaloo neoyorquinos – o gringos tratando de tocar salsa desde su propia visión independiente de cuan duchos estuvieran en cuanto a la clave, sino el justo punto medio entre ambos idiomas.

Es esta misma fórmula la que Bobo y sus secuaces se llevaron consigo a California, justo donde explotó la bomba que dos años después tomaría por sorpresa el mercado del rock en general con artistas hispanos – en su gran mayoría mexicanos de San Francisco y Los Ángeles – introduciendo al espectro gringo los sonidos e instrumentos de la escena afrocubana y afrolatina en general. Claro, desde luego que hubo precedentes: en la costa oeste ya un mexicano cuya vida fue tan efímera como su fama sentaba las bases: el recordado Ritchie Valens quien puso a media humanidad a bailar la típica Bamba veracruzana en tiempo de rock-and-roll. Mientras tanto, en la costa este y años después del suceso de “La Bamba,” otro ciego maravilloso anunciaba otra ruta alterna: el virtuoso guitarrista y cantante José Feliciano con su “Light My Fire.” Y por esa misma esquina, emulando a Valens y Feliciano por partes iguales y partiendo del prototipo inicial del ni tan bobo Willie – de su repertorio cubrió dos temas que se convirtieron en éxitos suyos: “Fried Neckbones and Home Fries” y el mismísimo tema que sirve de título e introducción a este ensayo – fue que entró a escena un prodigio mexicano cuya influencia inicial venía del blues: el guitarrista Carlos Santana.

El lado este…

 

El triunfo arrollador de un debutante Santana y su banda de igual apellido en el festival de Woodstock en 1969, si bien no marcó necesariamente un antes y después en la escena latina en Nueva York, sí marcó a su manera una referencia importante en el posterior desarrollo de la música latina en la que entonces era su meca principal. En tiempos en que – como mencionamos en el primer capítulo de esta serie – el movimiento del boogaloo era asfixiado por los que controlaban el negocio en ese entonces, Santana llevaba la fórmula de Bobo a su nivel óptimo, trayendo de vuelta ese mismo boogaloo “con esteroides” y ahora rebautizado como Latin Rock – o rock latino, por más señas. Contrario al caso californiano, esto no trajo de inmediato una avalancha de bandas nuevas que quisieran emular esta fórmula. Es más, ni siquiera el nombre que los de la banda allá le pusieron a esta nueva tendencia – el Brown Sound o Sonido Trigueño – encontró eco en Nueva York. Aunque el terreno ya estaba fértil por demás para que ello ocurriera – el soul latino de Joe Bataan y con éste la llegada de Ralfi Pagán, los experimentos desde la esquina jazzista de Mongo Santamaría, las propuestas con contenido social en inglés que por separado trabajaban Harvey Averne y Eddie Palmieri y la inclinación cada vez más abierta hacia el lado anglo de Joe Cuba son referencias obligadas aquí – la cosa no vino a explotar de manera oficial hasta ya entrada la década de los 70’s. Claro, de por medio estaba el importantísimo – si bien forzoso – pase de batón cuando Fania Records y su catálogo de artistas gradualmente se quedan con el mercado, especialmente tras el concierto de su Fania All-Stars en el Cheetah y la jugada maestra de la película “Our Latin Thing” con la que anuncian la llegada en grande del movimiento salsero dejando a la zaga a la generación que controló y dictó las tendencias latinas en Nueva York desde los 50’s – y , de paso, terminando de sepultar el boogaloo a nivel radial trayendo lo típico de vuelta, ahora rebautizado como salsa dura.

Pero paralelo a la revolución salsera, estos inicios de los 70’s también marcaban el inicio de otra era: esa donde, por un lado, los jazzistas se podían codear de tú a tú con los grandes actos de rock y también podían llenar los grandes estadios por sí solos. La puerta que abrió por sus cojones el inmenso Miles Davis rompiendo con su pasado glorioso y trayendo los sonidos de Sly & The Family Stone y Jimi Hendrix a su propio espectro musical fue precisamente la puerta de entrada para otros grupos revolucionarios en esa misma onda. Y no necesariamente es casualidad que cuatro de los principales actos del ahora llamado jazz fusión eran liderados por ex alumnos del propio Miles: Weather Report, Return To Forever, Headhunters y Mahavishnu Orchestra, liderados por la dupla de Joe Zawinul y Wayne Shorter, Chick Corea, Herbie Hancock y John McLaughlin, respectivamente. Por otro lado, estaban los actos de la escena afroamericana que ahora arrimaban la sardina latina hacia su propia esquina, incorporando congas y timbales a su propio sonido, haciéndolo incluso más afro si es posible. Y estos actos – Neville Brothers, la naciente Kool & The Gang y, sobre todo, la importantísima Earth, Wind & Fire, también abarrotaban los escenarios masivos y de qué manera, incluso obligando a actos como el todavía peje grande en ese entonces James Brown y su soul power a compartir luces con estos y con el naciente hustle que ya implantaban otros como Barry White. Y, en la misma escena rockera, también veríamos el surgir de bandas que, lejos de descansar meramente en guitarras eléctricas, se gastaban soberanas secciones de vientos que roncaban como camiones – Chicago, Tower Of Power, Dreams (con un frente que metía miedo: Barry Rogers y los hermanos Randy Brecker y Michael Brecker) y Blood, Sweat & Tears. Todos estos actos con poder de convocatoria multitudinario. Y de repente todo el mundo en la naciente escena salsera ahora apuntaba hacia esa otra puerta, la de los grandes estadios.

Larry Harlow fue el primero en lanzarse de lleno en esta onda armando paralelo a su ya popular Orquesta Harlow – la cual deja temporeramente al mando de su entonces cantante Ismael Miranda – una banda de rock que compitiera de tú a tú con los Chicago y Tower Of Power: Ambergris, una banda ambiciosa por demás que sin embargo no gozó del respaldo que merecía, con Larry entonces volcando material que a todas luces era para esta banda en futuros discos de mediados de década como “El Judío Maravilloso” y “El Jardinero Del Amor.” Harvey Averne, quien desde su esquina ya se codeaba con las bandas de rock con sección de vientos frente a su banda original – The Harvey Averne Dozen – desde fines de la década pasada, se aventuraba a emular a Santana a su manera con su álbum “Barrio Band,” del cual nos encargamos en el 4to volumen de esta serie. Palmieri, quien a lo Miles Davis rompía con su propio pasado glorioso al envolverse de lleno en la protesta y el reclamo directo con “Justicia,” gradualmente asumía el sonido eléctrico de Miles incorporándolo en “Vámonos Pa’l Monte” y disparándose un alarde rockero sui generis con “Harlem River Drive,” su propia personalidad tornándose cada vez más irreverente e impredecible. Ray Barretto, quien de todos modos no era extraño ni al jazz ni al rock fusión habiendo participado en sesiones de ambos géneros, comenzaba gradualmente su transición del boogaloo al jazz fusión sin dejar del todo su orquesta salsera hasta 1976 cuando, cansado del trato irrespetuoso de varios dueños de clubes y de tocar el mismo repertorio todo el tiempo, decide aspirar a su propio crossover rompiendo su orquesta y asumiendo contrato discográfico con la multinacional Atlantic Records. Willie Colón, buscando un cambio radical en 1974, armaba una banda grande, añadía guitarras, batería y percusión brasileña y paría su álbum de transición por excelencia “The Good, The Bad & The Ugly,” el cual grabó mientras el resto de sus compañeros de la Fania All-Stars hacían campaña en el Congo (entonces Zaire) codeándose de tú a tú con James Brown, B. B. King y Bill Withers entre otros grandes de la escena afroamericana – Willie se suponía hiciese el largo viaje de Nueva York a Kinshasa también, pero se rajó a último momento obedeciendo a su fobia a las agujas y asustado al ver las reacciones que más de uno tenían a las vacunas que obligatoriamente debían tomar antes del vuelo. Tito Puente, gracias al efecto Santana y el exponencial crecimiento en regalías tras éstos rehacer a su manera su “Oye Como Va,” gradualmente entra de lleno en el funk y rock a su manera: Rey al fin, Tito siempre apuntó en grande y, pues, entendía que si alguien tenía los requisitos para llenar esos grandes estadios con su propia música, ese lo era él. Y con eso en mente se embarcó en su proyecto de Orquesta de Concierto y su propia versión del Love Unlimited de Barry White… La propia Fania All-Stars, finalmente y si se quiere víctima de la ambición del propio Jerry Masucci en 1976 – quien también ansiaba el dichoso crossover a la escena pop, no conforme con ya dominar a antojo la escena latina y con un equipo que ya podía llenar estadios por sí solo como lo probaron a partir de 1973 – cometería el mismo error de juicio de Puente no una, sino dos veces tratando de emular al propio White y, luego, a la Salsoul Orchestra de Vince Montana… A todo esto, no olvidemos que Fania, si bien ya perdían a Joe Bataan, quien se negaba a grabar con el sello desde 1971, incluso negándose a formar parte de “Our Latin Thing,” aún tenían en nómina a otro con etiqueta de crossover en Ralfi Pagán… Y no podemos dejar fuera de esta trama a dos bandas que también tuvieron su aporte importantísimo en esta trama: por un lado, la portentosa charanga Típica Novel, quienes entre los varios cambios e innovaciones en su sonido atacaron la creciente moda del hustle a su manera con su experimental álbum “Novel Invites You To A Novel Experience,” una idea de su carismático cantante líder en ese entonces, el fenecido Marco Motroni y que a su vez era una contestación directa a otra charanga rival – la Charanga ’76, quienes picaron adelante con su sorpresivo éxito “Ain’t No Stopping Us Now” (“No Nos Pararán”), el cual catapultó al estrellato a sus cantantes Raúl Alfonso y Hansel Martínez, quienes no tardarían en aprovechar la oportunidad para lanzarse como solistas. Por el otro lado, está el irreverente multiinstrumentista Ricardo Marrero, cuyo grupo el cual lideraba entre 1976 y 1981 fue un constante laboratorio de ideas frescas apuntando a la constante innovación. Lejos de limitarse a la salsa – donde la banda nunca tuvo a un cantante solvente – y con un señor elenco que tenía a bordo a futuras estrellas como Nancy O’Neill, Angela Bofill, Dave Valentín, Mike Viñas, John Figueroa y Benjamín “Tito” Marrero, se daban el lujo de tocar lo que les diera la gana y como les diera la gana. La versatilidad de esta banda los puso en la mira de Fania, para quienes grabaron su debut oficial “Time” y su pase a las grandes ligas junto al estelar Ismael Quintana en el álbum “Jessica.” Pero anterior e incluso entre medio de estas sesiones la banda grabó por su cuenta material adicional que vino a ver la luz décadas después en un raro CD para coleccionistas titulado “Variations.” [Entre las rarezas que grabaron en estas sesiones está el poco conocido tema “Porque Yo Te Amo” donde contaron con el invitado especial Jimmy Sabater – eterna doble amenaza y tan virtuoso en el canto como en el timbal – cantando rap en inglés y español. Inclusive, si la fecha de 1979 es correcta, este tema, con su fusión de tambores batá y percusión electrónica, fue antecedente directo del himno tecno “Rockit” del legendario gran maestro Herbie Hancock, quien junto al entonces harto popular Daniel Ponce creó este tema que introdujo la fiebre del breakdancing a nivel mundial en 1983 y, para sorpresa de nadie, ganador del Grammy. De nuevo, si la fecha de 1979 es correcta, cabe preguntarse como Fania en su desespero por apuntarse un éxito pop pasó por alto esta canción.]

Por el lado rockero de la ecuación, la puerta que abrió Santana eventualmente trajo al ruedo a bandas nuevas que, desde la escena neoyorquina, también aspiraban a ese éxito masivo. El propio Harlow apadrinó a una de ellas liderada por Randy Ortiz: Seguida. Junto a esta – y también actuando como teloneros en el legendario concierto de la Fania en el Yankee Stadium – la disquera también presentaba a otra banda que a su vez promovían como rock cubano y apadrinada a su vez por Barretto: Café, liderada por el bajista y cantante Jeff Chaumont junto al también cantante y guitarrista Julio González (no lo confundan con el de Spyro Gyra, el también cubano Fernández) y el pianista Daniel Zaremba. [Esta última banda, lamentablemente, apenas grabó un solo álbum, pero aparte de Barretto al parecer tenía también la bendición de Mongo: en una nota que muchos desconocen y probablemente los nombres por mencionar en esta oración ni se acuerden tampoco, éste le prestó su entonces sección de vientos – Luis “Perico” Ortiz, Justo Almario y Héctor Veneros – a la banda para este álbum, al parecer buscando reducir costos de grabación con tres que sí eran (y aún son) lectores a primera vista.] Años después, a la lista se sumaba – apadrinado a su vez por Charlie Palmieri y el propio Louie Ramírez – un auténtico niño prodigio de la guitarra eléctrica de nombre Eddie Benítez. Al frente de su banda Nébula, el virtuosismo de Benítez lo llevó a ser comparado – y eventualmente tener rivalidad directa – con el mismo Carlos Santana, pero complicaciones de salud troncharon su ascenso justo en el mejor momento de su carrera y, eventualmente, troncharon su propia vida a temprana edad. {Próximamente les compartiré en este mismo espacio una reveladora entrevista que el propio Benítez – a quien me unió una amistad de largos años – me concediera hace 30 años atrás cuando este quien suscribe se iniciaba en estas lides bajo el recordado portal Oasis Salsero.} Y hablando de guitarristas, el último de estos actos de rock latino neoyorquino de los 70’s debutaría tarde en la década: el igualmente virtuoso Steve Monge Napoleoni, quien tras años cultivando su arte y engrosando su curriculum vitae al lado de grandes como el propio Averne y, luego, Ismael Rivera y sus Cachimbos, finalmente se abría paso con su propia propuesta: Toro.

Ah, y ya que mencionamos al Rey Maelo, este también atacó el rock a su manera cuando grabó la versión en español de “Baby, Don’t Get Hooked On Me” de Mac Davis en 1974 con su eterno compadre Rafael Cortijo a bordo. Y ya que hablamos de Cortijo, este también tuvo su aproximación al rock con su sorpresiva joya de 1974 “Time Machine,” la cual si bien incomprendida por la fanaticada puertorriqueña de la era y condenada a un injusto fracaso en ventas, fue, en opinión de muchos colegas en mi isla natal y confirmada por el maestro Bobby Sanabria en Nueva York, el antecedente directo del inmenso Irakere de Cuba, cuya inclusión de batería, trompetas y saxofones en su elenco vino después y su mega éxito “Bacalao Con Pan” tomaría al mundo como tromba justo al año siguiente. [La cosa vino por culpa de otro rockero boricua, el eterno visionario Frank Ferrer, quien siendo de abierta izquierda y con contactos claves en la Cuba ya castrista anduvo por allá de visita y les mostró a varios amigos una copia en cassette de esta grabación, de la cual dos de los miembros de su Puerto Rico 2010 fueron coproductores… y uno de los que escuchó ese material lo fue el mismísimo Chucho Valdés, quien ya atacaba el jazz en franca rebeldía desde sus tiempos con la Orquesta de Música Moderna y cuyo Irakere original era apenas un trío al inicio.] Y si sigo mencionando ejemplos esto se convertiría en otro libro, así que para no cansar la vista de usted que me ha seguido hasta este párrafo, dejemos la cosa ahí por ahora.

 

El lado oeste…

 

Apadrinados por el inmenso y siempre recordado – y otrora también fiebrú del mambo – Bill Graham, la joven banda Santana entró por la puerta grande al sello Columbia tras grabar varios demos que llegaron a la atención de esta multinacional (estos demos como tal se han reproducido hasta la saciedad en infinidad de CD’s de bajo presupuesto con básicamente el mismo repertorio incluyendo los primeros covers de temas de Willie Bobo, pero de esto nos encargaremos en el próximo capitulo…). El primer gran batazo discográfico – aun montados en la ola que los llevó a Woodstock – vino con su segundo álbum “Abraxas” y esos super éxitos “Oye Como Va” y el medley “Black Magic Woman/Gypsy Queen” los cuales desde su grabación original en 1972 se han convertido en mandatorios en cada concierto de Santana desde entonces (ay de los pensaban que esa maldición de conciertos empezó con la grabación de “Timbalero” en 1981 – y con los años retitulada entre sus propios músicos y bieeeeen por lo bajo como “Sea La Madre Del Timbalero” – por El Gran Combo…). Esa puerta que abría de par en par Carlos Santana y compañía la aprovecharían al máximo nuevas bandas que, adoptando esa fusión completa de rock y afrocubano, entrarían por mérito propio a la escena dando paso a eso que orgullosos de su ascendencia – la gran mayoría de ellos mexicanos – bautizarían abiertamente como el Sonido Trigueño, el Brown Sound.

La primera de ellas ya llevaba tiempo formándose y haciendo sus guisos por ahí bajo el nombre de The Malibus haciendo honor a su lugar de origen. Eventualmente y apadrinados a su vez por otra multinacional – Warner Brothers – estos se rebautizan como Malo. Si bien su líder y figura principal lo era su carismático cantante – y timbalero por sus cojonesArcelio García, el gancho definitivo de la banda lo era la presencia del hermano menor de Carlos Santana, el siempre recordado Jorge Guillermo Santana – tras sus apariciones como invitado con la Fania All-Stars conocido como Jorge “El Malo” Santana y adoptando el nombre de la banda como parte del suyo – como guitarrista y solista principal. Y el tener en su equipo inicial a otros virtuosos como el bajista Pablo Téllez y el tan virtuoso como impredecible gran maestro Luis Gasca en la trompeta (su temperamento era tal que entre los músicos lo apodaban “Loose Gasket” o “junta suelta” en buen castellano), así como ya en el estudio, el apoyo de instituciones como el legendario Francisco Aguabella – quien eventualmente se suma a tiempo completo – tampoco molestaba en lo absoluto. En su primera etapa el grupo apenas grabó cuatro álbumes entre 1972 y 1974 antes de disolverse, pero lo plasmado en esos discos para Warner Brothers – “Malo,” “Dos,” “Evolution” y “Ascención” – sigue siendo material atesorado por coleccionistas al sol de hoy. García eventualmente rehace la banda con nuevo personal en 1981 (no es hasta este entonces que graban su quinto álbum, esta vez con un sello pequeño) y, al sol de hoy, sigue al frente de Malo, si bien su última grabación hasta la fecha, un concierto en vivo, data del año 2006.

Azteca, abarcadora y ambiciosa banda cuyo debut discográfico con Columbia Records también data de 1972, comenzó como una idea en conjunto de los hermanos Pete Escovedo, veteranísimo ya en este entonces a pesar de su juventud y con experiencia previa al lado de Mongo y del igualmente inmenso Cal Tjader como timbalero, conguero y cantante/corista, y de su hermano menor el virtuoso – y lamentablemente fenecido – Thomas “Coke” Escovedo, un celoso de la clave quien también tuvo su turno previo al bate con Tjader antes de hacer suplencia en la banda de Carlos Santana a un enfermo José “Chepito” Areas como timbalero. Lo curioso de esta banda es que, siendo en esencia una banda de rock latino, llegó a tener en su momento más de 20 músicos en tarima entre percusionistas, cantantes, sección de viento, guitarras, bajo y hasta violinistas. [Para que tengan una idea, big bands tradicionales como las de Puente y Machito no pasaban de 16 músicos en tarima…] Pero dentro de la visión que tenían los Escovedo esto tenía su justificación: lo de ellos, tras su experiencia propia con Santana, era abarcar todo dentro de lo posible en cuanto a música latina y tener a su vez la flexibilidad para atacar el rock y el funk a su manera. Y en esto descansaba precisamente el frente vocal de la banda/orquesta que conformaban el propio Pete y los siempre versátiles Wendy Haas y Erroll Knowles. Y hablando de versatilidad, junto a Coke el motor rítmico de la banda lo proveían tres virtuosos: el veterano Víctor Pantoja en las congas, Paul Jackson en el bajo y el jazzista Lenny White en la batería, un frente que podía pasearse entre ritmos con la misma facilidad que un Porsche cambia de velocidad. (Por cierto, una entonces aun quinceañera Sheila Escovedo – la futura super estrella Sheila E – tuvo su primer turno al bate en las postrimerías de la corrida de esta banda.) Y la sección de vientos de cuatro miembros, liderada por el veterano virtuoso Tom Harrell, también le añadía mayor peso al sonido de la banda. Por lo ambicioso y agrandado de su elenco, Azteca duró incluso menos que Malo, grabando apenas dos álbumes y desbandándose en 1973, pero el testamento que dejaron en esos dos discos merece ser redescubierto una y otra vez.

El Chicano, contrario a las dos bandas anteriores, no añadió vientos a su elenco, prefiriendo, al igual que Santana, descansar su sonoridad en dos guitarristas; Mickey Lespron y el también cantante Jerry Salas. Su cantante principal en su primera etapa y consagración de este grupo lo era su pianista y tecladista Bobby Espinoza. Su líder lo era el fenecido conguero André Baeza, quien hacía frente percusivo a partir del segundo disco de la banda con otro veterano que recién aterrizaba en California: el virtuoso venezolano Rudy Regalado. La corrida de este otro grupo fue mucho más duradera: debutando en 1970 con su cover del éxito de Gerald Wilson “Viva Tirado,” la banda siguió ganando adeptos hasta caer en la mira de otra multinacional: MCA, con la cual grabó cuatro álbumes entre 1973 y 1976. Sus últimos proyectos, hasta la fecha, se grabaron en 1976 y 1998.

Cerramos este ensayo, ya algo extenso de por sí, con dos notas sueltas. Por un lado, es de notar que contrario al ambiente de franca competencia que siempre existió en Nueva York y en Puerto Rico, los músicos que implantaron el Brown Sound desde Los Ángeles y San Francisco eran una familia extendida: no era raro ver a estas bandas intercambiando músicos en grabaciones o recibiendo la ayuda de uno que otro en sus presentaciones. Malo, por ejemplo, aunque su cantante Arcelio García era el timbalero en las presentaciones en vivo, ese no era el caso en las grabaciones de estudio, donde el mismo Coke Escovedo era quien tomaba su lugar. Al fenecido Rico Reyes, en su momento la cuarta voz de Azteca, no era extraño verlo en tarima con Santana como el maraquero más feliz del mundo o cantando en sus discos. Y Santana mismo se reabastecería una y otra vez con músicos de estas bandas, como Pablo Téllez. Por el otro lado, estas cuatro bandas que cubrimos en este ensayo y programa no eran las únicas en la onda del Brown Sound. El siempre irreverente Manolo Badrena, tras su tempestuosa salida de Weather Report y con la bendición de Herb Alpert (sí, el legendario trompeta del Tijuana Brass), debutó con un proyecto solista tan innovador como anarquista. Camilo Azuquita, tras salir de la banda de Kako donde permaneció por poco más de media década, montó tienda aparte en Los Ángeles con la única banda activa capaz de resolver en partes iguales el sonido California con la agresividad de la salsa neoyorquina y, con la producción en el estudio del maestro Bobby Marín y un elenco de lujo grabando en ambos polos (Hollywood y Nueva York), pariendo una incomprendida obra maestra que mereció más apoyo. Y, aparte de la banda War, a quienes sí tocamos en el primer programa de esta serie, también había bandas menos famosas, pero igual de potentes como Sapo, donde debutó el que eventualmente fuera conguero de Santana por poco más de tres décadas antes de su repentina muerte: Raúl Rekow. Y precisamente con la banda liderada por Carlos Santana continuaremos, de nuevo, en nuestro próximo episodio, el penúltimo de esta serie.

 

Continuaremos…

Discografía selecta para este programa:

East Side (lado este):

  • Louie Ramírez & Pete Bonet: Evil Ways (1970, outtake from “The Beautiful People;” solos: Louie Ramírez – órgano, Morty Lazaar – sax tenor)
  • Joe Cuba Sextet: Do You Feel It (1972; vocal: Joe Cuba, Ray Pollard)
  • Café: Sí, Dame Tu Amor (1973; solos: Luis “Perico” Ortiz – trompeta, Justo Almario – sax tenor, Nelson Padrón – congas, timbales)
  • Larry Harlow: Latin Roots (1975; solos: Larry Harlow – teclados, Robert Fortunato – flugelhorn, Frankie Malabe – congas, Tony Jiménez – timbales)
  • Willie Colón: I Feel Campesino (1974-’75; solos: Tom Malone – tuba, Elliott Randall – guitarra)
  • Ray Barretto: Power (1970; solos: Ray Barretto – congas, Orestes Vilató- timbales, René López – trompeta, Andy González – bajo, Louie Cruz – piano)
  • Ray Barretto: Little Ting (1973, mezcla alterna con parada inicial; solos: Edy Martínez – piano eléctrico, Art Webb – flauta, Manny Durán – flugelhorn, Ray Barretto – congas)
  • Ray Barretto: Cocinando ’79 (1979; solos: Ray Barretto – congas, Tito Puente – timbales, Steve Gadd – batería, John Tropea – guitarra, Joe Farrell – sax soprano)
  • Ocho: Undress My Mind (1972; vocal: Willie Torres, Manny Román, Bobby Marin; solos: Chico Mendoza – vibráfono)
  • Ocho: La Batanga (1973; solos: Chico Mendoza – vibráfono, Xavier Lynch – sax barítono)
  • Orq. Novel: Salsa Boogie (1979-’80; solos: Eddie Drennon – violín eléctrico, Orestes Vilató – timbales/bongó, Néstor Torres – flauta)
  • Orq. Novel: My Cherie Amour (1979-’80; solos: Willie Ellis – celeste, Nicky Marrero – timbales, Orestes Vilató – bongo; vocal: Marco Motroni)
  • Ricardo Marrero & Group: A Taste Of Latin (segunda versión, 1978; solos: Dave Valentín – flauta; Ricardo Marrero – teclados)
  • Ricardo Marrero & Group: Vengo Preparado (primera versión, 1977; vocal: Ricardo Marrero; solos: Benjamín “Tito” Marrero – timbales)
  • Ricardo Marrero & Group, Jimmy Sabater: Porque Yo Te Amo (1979; vocal {invitado}: Jimmy Sabater; solos: Ricardo Marrero – piano)

West Side (lado oeste):

  • Camilo Azuquita y su Melao: California (1974; solos: Joe Beck – guitarra)
  • Camilo Azuquita y su Melao: Guajiro Bacán (1974; solos: Joe Beck – guitarra, Kako {invitado} – quinto, bongó)
  • Willie Bobo: Palos (1979)
  • Manolo Badrena: The On Thing (1979; vocal: Manolo Badrena, Maria Fátima, Hugo Fattoruso; solos: Carlos Ríos – guitarra, Alfredo De La Fe – violín eléctrico, Hugo Fattoruso – piano y teclados, Jaco Pastorius & Abraham Laboriel – bajo; Manolo Badrena – timbales, congas, batá)
  • Mountaine: Evil Ways (2006)
  • Tex Mexicali: Black Magic Woman (2006)
  • La Vista: She’s Not There (2006)
  • Beautiful People: Smooth (2006)
  • Azteca: Azteca (1972; solos: Lenny White – batería, Víctor Pantoja – congas, George Del Quattro – piano)
  • Azteca: Mamita Linda (1972; vocal; Pete Escovedo; solos: Bob Ferreira – flauta pícolo, Coke Escovedo – timbales)
  • Azteca: Non Pacem (1972; vocal: Wendy Haas, Erroll Knowles; solos: Neal Schon – guitarra, Tom Harrell – trompeta, Mel Martin – sax soprano)
  • El Chicano: The Latin One (1974; vocal: Rudy Regalado; solos: André Baeza – congas, Rudy Regalado – timbales, Jerry Salas – guitarra)
  • El Chicano: Ahora Sí Que Voy a Gozar (1974; vocal: Jerry Salas, Bobby Espinoza; solos: Jerry Salas, Mickey Lespron – guitarra)
  • El Chicano: Cayuco (1974; solos: Mickey Lespron, Jerry Salas – guitarra)
  • Malo: Chévere (1974; vocal: William “Willie G” García; solos: Jorge Santana – guitarra, Ron Smith – flugelhorn)
  • Malo: Nena (1972; vocal: Arcelio García; solos: Coke Escovedo {invitado} – timbales, Jorge Santana – guitarra, Luis Gasca – trompeta)
  • Malo: Dance To My Mambo (1973; vocal, timbales: Arcelio García; solos: Francisco Aguabella – congas, Forrest Buchtel – trompeta)
  • Azteca: Whatcha Gonna Do (2006 en vivo; vocal: Pete Escovedo, Erroll Knowles; solos: Peter Michael Escovedo – quinto, Juan Escovedo – congas; Pete Escovedo, Paris Escovedo, Sheila E, Jorge Bermúdez – timbales)
  • Santana: Medley: Oye Como Va/Evil Ways/Jingo (1986 en vivo; vocal: Gregg Rollie, Carlos Santana, Orestes Vilató; solos: Carlos Santana, Neal Schon – guitarra, Gregg Rollie – órgano, Orestes Vilató, Chepito Areas – timbales, Armando Peraza, Raul Rekow, Mike Carabello – congas)

EVIL WAYS: The East and West Sides of the Brown Sound

HABLANDO EN CLAVE

Escrito y Presentación: Tommy Muriel

Edición: Angelina Medina Quiroga

Sección y Programa Original de Herencia Rumbera Radio

Lima – Perú

Junio 2021