Gaspar Marrero
Ante el deceso del Caballero
Hace algunas semanas, sin imaginar el triste final de su existencia, dediqué al maestro Adalberto Álvarez un capítulo de mi serie de podcast Cantando en Cubano. A modo de homenaje a su memoria, retomé palabras de aquel episodio para conformar una emisión especial de Cuba en Ritmos, uno de los espacios a mi cargo en Herencia Rumbera Radio. He aquí los párrafos que convierto aquí en sentido tributo de admiración y cariño al entrañable músico, ahora inmortal.
El buen amigo Rafael Lam, cronista de la música cubana, sintetiza en una sola frase la contribución del compositor, pianista y director cubano Adalberto Álvarez a los ritmos de mi isla: Adalberto es el renovador del son. Con eso, se ha dicho todo. Para renovar con éxito, hay que mantener las esencias. Y Adalberto las conoce bien. Baste decir que en 1978, pese a la influencia de la música internacional entre nosotros, escogió, para difundir su obra, un formato instrumental cubano que parecía en decadencia: el conjunto. De Adalberto Álvarez, y de la historia de los conjuntos, les hablaré esta vez.
¿Un nuevo conjunto en 1978? Por entonces, se mantenían en el ambiente musical conjuntos como Rumbavana, Gloria Matancera, Saratoga y Roberto Faz, de una hermosa carrera de varias décadas. Pero todos en La Habana. Ninguno, en Santiago de Cuba. Fue el importante compositor Rodulfo Vaillant quien pidió a Adalberto Álvarez trasladarse por un tiempo a Santiago, para organizar un conjunto allá. Así nació el Conjunto Son 14.
Pero, ¿por qué un conjunto? Para Adalberto, la sonoridad del conjunto cubano era algo tan común como respirar. Aquello le venía de cuna. Aunque nació casualmente en La Habana, sus raíces están en la ciudad de Camagüey, ubicada al este de la región central de Cuba, a unos quinientos kilómetros de La Habana y a unos doscientos sesenta de Santiago de Cuba, en el sur oriental de la Isla. El padre de Adalberto era un importante sonero camagüeyano: Enrique Nené Álvarez. Fue puntal del Conjunto Avance Juvenil y líder del conjunto Los Soneros de Camacho.
Dice Adalberto Álvarez: En mi casa se respiraba lo tradicional: la Aragón, Benny Moré y los conjuntos: Arsenio Rodríguez, la Sonora Matancera, Chapottín y el Casino. La década de 1940 en Cuba fue la Era de los Conjuntos. En ese período alcanzaron extraordinario auge las agrupaciones denominadas así: conjuntos. Estos grupos tenían piano; contrabajo; bongó, tumbadora o ambos; dos, tres o cuatro trompetas, y tres o cuatro cantantes que ejecutaban también la percusión menor. Al parecer, la palabra conjunto figura por primera vez en un disco en 1937. Por entonces, el Trío Matamoros experimentaba con otros formatos, con el objetivo de amenizar bailes. El investigador musical cubano Ezequiel Rodríguez afirma: Independientemente del trío, Miguel Matamoros fundó y dirigió otros grupos musicales a los que denominó: Septeto Matamoros, Conjunto Baconao, Cuarteto Maisí y Conjunto Matamoros.
Los conjuntos no surgieron de la nada. Fueron el resultado de todo un proceso de transformación de los antiguos sextetos y septetos de son. No existían muchas bondades técnicas para amplificar el sonido y hacerse escuchar adecuadamente en los grandes salones bailables. Y, como los bailes pagaban más, pronto los músicos se dieron a la tarea de reforzar su formato instrumental. De tal modo, agregaron una o dos trompetas más y el piano. Tres de aquellos nuevos conjuntos se convertirán en modelos a seguir por los grupos similares que surgirán después. Esas pautas musicales fueron dictadas por el Conjunto Casino, la Sonora Matancera y el Conjunto de Arsenio Rodríguez.
Tal y como sucedió con el Casino y la Sonora, el Conjunto de Arsenio Rodríguez consiguió un timbre rítmico, melódico y armónico que lo diferenció de los otros dos modelos. Ese patrón tuvo sus continuadores; entre ellos, el Conjunto Todos Estrellas de Félix Chapottín. Trompetista y autor, Chapottín, según se cuenta, recibió el conjunto de Arsenio, quien viajaba al extranjero. El nuevo grupo, como era de esperar, siguió la línea trazada antes por Arsenio Rodríguez. Su discografía comienza en el sello cubano Panart, en 1951.
Ya entrada la década de 1950, nacen otros conjuntos. Dos de ellos, seguidores del patrón establecido por el Conjunto Casino, fueron el organizado por el sonero cubano Roberto Faz y, en septiembre de 1956, el Conjunto Rumbavana, este dirigido por el percusionista Ricardo Ferro. Hacia 1970, será Rumbavana el conjunto donde estrenará sus primeras composiciones un joven músico camagüeyano nombrado Adalberto Álvarez.
Sucedió en Camagüey. El Conjunto Rumbavana actuaba en la ciudad y su director, el pianista Joseíto González, fue al encuentro de Nené Álvarez, el del Conjunto Avance Juvenil. Tras los saludos, Nené Álvarez le dijo a Joseíto: Tienes que ver a mi hijo. El joven Adalberto tocaba en Avance Juvenil y, esa noche, escogió algunas de sus composiciones. Después de terminar la tanda, Joseíto González solicitó al hijo de Nené Álvarez una de sus creaciones para montarlas con Rumbavana. La primera fue el son shake Con un besito, mi amor, grabada en 1973. Después, se produjo un nuevo encuentro con el director del grupo, Joseíto González.
Joseíto se interesó por otra creación de Adalberto que acababa de escuchar. Pero había un inconveniente: todavía la pieza musical no tenía título. Tanto insistió Joseíto González que Adalberto se la entregó. Rumbavana la estrenó en el programa radial gigante de los domingos Fiesta en el aire, de la emisora Radio Liberación. El éxito fue total. Días más tarde, Adalberto Álvarez, en Camagüey, recibió un telegrama desde la capital. Decía: Felicitaciones. Un éxito el estreno. Título: El son de Adalberto. Firmado: Joseíto González.
Después de cinco años en Santiago de Cuba con el Conjunto Son 14, el 26 de febrero de 1984, Adalberto Álvarez presenta, en un baile en la zona habanera de Santiago de las Vegas, una nueva agrupación. Ya había efectuado algunas grabaciones radiales con el nombre de El Son de Adalberto. Pero, tal y como se afirma, el sonero venezolano Oscar D’ León sugirió el apelativo de Adalberto Álvarez y su Son. Próximo a cuarenta años de carrera musical, los lógicos cambios de sonoridad en el grupo, a tono con los tiempos que corren, no han hecho mella en Adalberto Álvarez, su apuesta por el formato de conjunto y su dedicación total al son cubano.
Hasta aquí, el texto original del episodio mencionado. Me tomo la libertad de añadir lo que escribí pocas horas después del fallecimiento del maestro:
Adalberto Álvarez fue, y es, porque su música seguirá con nosotros, quien supo como nadie, y esto lo enfatizo, vestir al son cubano de siempre con los ropajes de cada momento en los últimos cincuenta años, sin ceder un ápice ante el empuje de otros sonidos ajenos a nuestras tradiciones. Luchó por que el son recibiera el homenaje popular y lo logró. Bebió de los grandes y se hizo grande él mismo, sin perder su cubanía auténtica, esa que le hizo ganar afecto y admiración en todas partes del mundo. Hoy lo lloramos, como diría el poeta, con lágrimas que mojan. Pero su legado, el más importante para la cultura nacional en el último medio siglo, seguirá vivo, eternamente vivo, en el entrañable pentagrama de todos los cubanos. Este será nuestro homenaje: ¡siglos y siglos de son cubano!
- Sancti Spíritus, 6 de septiembre de 2021.
- Escrito: Gaspar Marrero
- Edición: Angelina Medina Quiroga
- Sección Original de Herencia Rumbera Radio
- Lima – Perú
- Septiembre 2021